domingo, 21 de noviembre de 2010

Capitulo Final de Harry Potter

La calma no llega después de la tormenta. En el universo de fantasía que ha elaborado J.K. Rowling y que David Yates ha plasmado en 35mm... el silencio, la paz, y la primera parte del capítulo final de Harry Potter, son accidentes antes de que inicie el caos. Un largo respiro antes de sumergirnos en una vorágine de batallas, muerte y nostalgia.

Las Reliquias de la Muerte parte 1, la penúltima de la franquicia más taquillera de la historia, es un tentempié tibio, un puente frágil que carece de acción, pero que suple esta ausencia con una mirada íntima a la relación entre los tres protagonistas principales de la saga. Es la historia más oscura hasta la fecha (y no sólo en términos técnicos, de los cuales hablaremos más tarde) y una adecuada analogía entre el paso de la pubertad a la adolescencia. Sin embargo, Yates vuelve a pecar, como lo ha hecho desde que tomó las riendas de Potter, de no definir un estilo: se pierde en la historia, no sabe darle el peso necesario a cada subtrama y las dos horas y media que dura el film, parecen una eternidad cuando el ritmo se torna tan cauteloso que dejamos de preocuparnos por los personajes, porque incluso ellos (sobre todo Harry y Hermione) pasan tanto tiempo a solas y en estado pasivo, que olvidan el leitmotif de esta primera parte: la búsqueda de los horocruxes. O en otras palabras, fragmentos del alma de Lord Voldemort.

Sí, Lord Voldemort, ya no es necesario llamarlo con eufemismos, porque el Señor Oscuro ha recuperado su fuerza y comenzado un reino de terror -ahora ya controla el Ministerio de Magia-, que piensa culminar con la muerte de Harry Potter. Pero esta tarea mortal no es sencilla, primero debe vencer a La Orden del Fénix para capturarlo. Y así inicia el film, con una batalla semi emocionante entre las huestes de Voldemort y la legión comandada de proteger a Harry.
De hecho, la primera parte de la película es vertiginosa, plagada de peligro: duelos aéreos, invasión destructiva en las calles de Londres y hasta una boda interrumpida por una lluvia de fuego. Después, Harry, Ron y Hermione conscientes del Apocalipsis que se avecina (el prólogo del film es una secuencia desgarradora en la cual cada uno se despide de su familia muggle para evitar que corran riesgos), deciden ir en búsqueda de los ya mencionados horocruxes.
A diferencia del resto de la serie, Harry y cía. dejan la seguridad de Hogwarts y se enfrentan a un mundo desconocido tanto en el aspecto físico -bellísima y lúgubre la fotografía de montañas y campos desolados de Eduardo Serra-. como moral: ya no hay un Hagrid que los proteja, y menos un Dumbledore que los guíe. La ausencia de este hombre es un MacGuffin de la obra: las claves indescifrables que ha dejado después de su muerte son impedimento/motivación para que la historia gire y tenga sus curvas aristotélicas. Después de unir varios cabos sueltos, el trío logra dar con uno de los horocruxes: un dije que está en poder de la malvada Dolores Umbridge, quien ahora es una de las mandamás del Ministerio de Magia (el cual se ha vuelto una extensión de El Santo Oficio). Harry, Hermione y Ron toman prestado el cuerpo de tres burócratas del organismo y logran robar el artefacto en la última secuencia emocionante de la cinta: una persecución con tintes cómicos y un aceptable trabajo de edición.
Luego de este episodio... hay cerca de una hora donde el film se mueve de una forma horizontal y sólo tiene un pequeño salto cuando llega al clímax conmovedor patrocinado por la cruel Bellatrix y Dobby, el bizarro elfo que conocimos en las primeras entregas. En el inter, Potter, Granger y Weasley exploran su amistad con miradas, pausas y sentimentalismo. Afloran los celos, las preocupaciones típicas de cualquier adolescente que debe luchar para lograr identidad y el lugar en el mundo. Y la lucha va más allá de enfrentarse a un poderoso Némesis, también hay que batallar contra los egos, el orgullo y el miedo a un futuro nebular. Tal vez, esta sea la intención de Yates y por la cual decidió dividir el último libro de Rowling en dos partes -más allá de la clara estrategia mercanti-, porque antes de que Harry luche contra Voldemort, primero debía madurar con la ayuda y los errores de sus amigos.
La calma de Las reliquias de la muerte, parte 1, sólo se reconoce en la forma en que estábamos acostumbrados a ver las cintas Potterianas (cargadas de giros de tuerca y hechizos); porque en el fondo, la tormenta ya se destapó dentro de cada uno de los personajes... y habrá que esperar hasta julio, para conocer el final la saga más representativa de este siglo.

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